Como directora.
Un prestidigitador guarda el cartel de su espectáculo, saluda a los dueños del establecimiento donde tuvo lugar la actuación y se marcha.
En el camino siente lástima por un pobre tipo que mendiga en una esquina. En lugar de darle una moneda el mago abre su maleta, saca una mesa y una silla en miniatura. Un gesto mágico y el conjunto se convierte en una mesa bien surtida y un cómodo sillón. El mago invita al mendigo a calmarse. Luego saca una pequeña figura de su caja de trucos: ¡nuevo gesto mágico! y aquà hay una cocina muy útil.
Después de una buena comida se debe disfrutar de un buen cigarro: no importa, solo pregunte. Para coronarlo todo, un nuevo pase y el mendigo, rejuvenecido por unos años, se transforma en un burgués.
Algún tiempo después, nuestro nuevo hombre también conoce a un mendigo, pero lo desaira. La mala acción tiene su castigo, porque fue el mago quien quiso poner a prueba a su protegido: al fallar, este último vuelve su condición original y solo tiene ojos para llorar.